domingo, 19 de mayo de 2013

INTERESANTE RESUMEN DE MUJER A MUJER SOBRE PARIS JACKSON

Por: ♥Anaitat♥

El hogar donde vive la familia Jackson es un palacete alquilado de 1.200 m2, situado en las inmediaciones de Los Ángeles. Sobre las paredes del “ala infantil”, en la segunda planta, cuelgan dos retratos gigantescos de Michael Jackson y una caricatura suya vestido de Peter Pan rodeado de sus tres hijos: Prince, Paris y Blanket. Las habitaciones de los chicos están abarrotadas de recuerdos, muñecos y pósteres de Michael Jackson, pero la de Paris podría confundirse con la de cualquier otra quinceañera. Hay ropa y zapatos tirados por el suelo, junto a un montón de revistas, productos de maquillaje y deberes apilados sobre la mesa. Pero también cuatro guitarras apoyadas contra la pared y una chaqueta vintage de Balmain tirada de cualquier manera.
La única hija del rey del pop está tumbada en el suelo y acaricia la serpiente (una boa constrictor llamada Atenea) de su hermano. Hace poco se ha cortado su larga melena oscura y tiene un cierto aire punk. Resulta muy diferente de aquella niña de 11 años que vimos por primera vez en el funeral de su padre, cuando dijo entre lágrimas: “Papá ha sido el mejor padre que uno puede imaginar. Le quiero mucho”.

Hoy parece feliz. Me recibe, me invita a su habitación y dice: “Entra y ponte cómoda, si es que encuentras dónde sentarte: bienvenida a mi mundo”. La heredera de buena parte de un patrimonio de 1.000 millones de euros ha sido objeto de la fascinación mundial desde el día en que nació. Y es que su vida ha sido, como mínimo, singular. Su madre es Debbie Rowe, una enfermera con la que Michael se casó en 1996 y con la que tuvo a Paris y su hermano Prince. Pero Debbie renunció a la tutela de sus hijos cuando su hija tenía tres años. Blanket, el tercero de los hermanos, nació de una madre de alquiler.

Paris tuvo una niñez totalmente protegida. Durante años, la vimos con careta en sus apariciones públicas. Sin embargo, desde la muerte de su padre, su rostro se ha hecho cada vez más popular y, probablemente, en breve lo será mucho más. El motivo es que su abuela, Katherine, ha presentado una demanda contra la promotora de la gira para la que ensayaba cuando falleció y Paris tendrá que subir al estrado para responder sobre la vida privada de su padre.

Jackson murió un mes antes de que empezasen los conciertos, en junio de 2009. En ese momento, según ha quedado claro ante el juez, se mantenía vivo a base de un cóctel de drogas para acudir a los ensayos. Aquella noche, su médico personal, el doctor Conrad Murray, le dio una sobredosis de propofol, un anestésico quirúrgico que le recetaba habitualmente para dormir. Tras el jucio, el médico fue declarado culpable de homicidio involuntario y condenado a cuatro años de cárcel en 2011, pero saldrá de la cárcel a finales de año.

Tras la careta

A pesar de todo lo que ha vivido, esta chica serena y educada, que mira con penetrantes ojos verdes, parece bastante normal para haber crecido en un lugar llamado “Neverland”. “Tengo muchos recuerdos de mi padre. Sabíamos que cantaba, pero entonces no nos parecía nada extraordinario. Fue un padre increíble. Todos le queríamos muchísimo. Tenía esa energía que hacía que nadie quisiera marcharse de su lado, la gente se sentía cómoda con él. Cada vez que salía de mi habitación, le decía: “Te quiero”, porque me daba miedo que le pasase algo”.

Paris le defiende. “Él quería lo mejor para nosotros. Siempre se aseguraba de que estuviésemos sanos, de que estudiáramos. Todo su afán era intentar educarnos y cuidarnos lo mejor posible. Era muy protector. Las caretas que llevábamos cuando éramos pequeños fueron una idea suya. No quería que nadie nos viera. Así podríamos tener lo que él nunca tuvo: una infancia normal”. Paris volvió hace dos años a “Neverland”, su antigua casa, y observó con tristeza que la noria ya no estaba. La familia se marchó en 2005, después de que Jackson fuera acusado del segundo de los casos de pederastia que pesaron sobre él en su última etapa.

“Aquel día lloré sin parar –admite Paris–. Creo que el rancho debería restaurarse como era antes para que los niños que no han podido tener infancia se diviertan allí. Ése era su objetivo. Deberían reponer todas las atracciones. En cuanto sea adulta –chasquea los dedos–, lo voy a hacer”.

Su rostro, como le ocurría a Michael, se ilumina ante la cámara. “Mi padre me enseñó a bailar. Nuestro lugar de encuentro era su habitación. Siempre estábamos solos mis hermanos, él y yo. No era nada del otro mundo, solo un lugar donde encontrarnos. Su habitación tenía mucha energía y por eso siempre era más cómodo para todos estar allí”. También recuerda los viajes: “Él trataba de hacer de los hoteles que visitábamos un hogar. Siempre llevaba un pequeño proyector, colgaba una sábana blanca en la pared, repartía almohadas por el suelo y veíamos vídeos. Teníamos nuestro cine”.

Un altar a papá

Cuando Michael Jackson murió, dejó todos sus bienes a su madre Katherine y a sus tres hijos. El fideicomiso familiar está escalonado para que sus hijos reciban una parte de su fortuna coincidiendo con determinados cumpleaños. También paga los 24.000 € al mes que cuestan los sueldos de 15 empleados a jornada completa –guardaespaldas, cocinero privado, dos niñeras, criadas, personal de mantenimiento y jardinería–, que trabajan en la residencia familiar, en la misma zona de Los Ángeles donde residen Justin Bieber y Britney Spears.

La familia se trasladó aquí hace 18 meses, mientras la residencia principal de los Jackson en la vecina Encino está en obras. “Se suponía que era una casa temporal, pero me encanta –explica Katherine, la abuela del clan–. Es un nuevo comienzo para todos. Es muy tranquilo”. Mientras todo el mundo especula sobre las luchas internas en la familia Jackson, un retrato muy diferente emerge del vínculo entre Paris, sus hermanos y Katherine, una mujer de 82 años decidida a darles a sus nietos una vida distinta de la que vivieron sus hijos.

“Michael llevó una vida muy desgraciada –recuerda–. Quiero que Paris tenga una infancia normal, quiero protegerla. El problema es que hay una línea muy delgada entre protegerla y dejar que haga lo que quiera. Camino por esa línea todos los días”. Hace poco, Paris redecoró su habitación y quitó un “altar” que le había hecho a su padre. “Tenía un collage inmenso, pero lo tuve que quitar para pintar las paredes”, explica. Después, Katherine me aparta a un lado y cuenta en voz baja que la animó a no volver a ponerlo: “Era demasiado. No me parecía sano”. Los tres niños estudiaban en casa, algo que a Paris no le gustaba. Ahora va a un exclusivo colegio privado cerca de casa.

“Estudiar en casa es un poco aburrido –reconoce–. Me pasaba todo el día en una habitación con mi hermano. Así que la transición [al colegio] fue difícil, pero me adapté. Ya no soy un bicho raro socialmente. Antes sí, era muy rara. ¡Dios! ¿Sabes la fase rara por la que todo el mundo pasa? Llevaba gafas, pelo corto, estaba gordita...”. Su abuela interviene: “Nunca has estado gordita, cielo”. Paris continúa: “Me gusta ir al colegio. Quiero tener una experiencia normal en el instituto. Es difícil llevar una infancia normal si tienes guardaespaldas constantemente a tu lado. A mi hermano Prince se le dan mucho mejor los estudios. No sé cómo lo hace. Debe de tener más desarrollado el hemisferio izquierdo y yo debo de tener el lado derecho. Así que estoy probando cosas diferentes. Hice fotografía durante un tiempo, después fui animadora. También he jugado al fútbol americano. Estoy probando muchas cosas para encontrarme y saber qué me hace sentirme mejor”.

Fan de los 80

Sus hermanos Prince y Blanket no están en la casa porque se han ido a pasar el fin de semana a Las Vegas para acudir a un congreso de robótica. A Paris le encanta estar sola. “Todo está muy tranquilo sin ellos”. Dice que sus hermanos y ella no tienen mucho en común, “pero me encanta compartir con ellos videojuegos como Mortal Kombat, nos gusta competir”.

El nuevo peinado de Paris es un elemento de discordia con su abuela. Katherine la reprende con cariño por haberse cortado el pelo. “Pero abuela, lo estoy dejando crecer”, insiste. Katherine pone los ojos en blanco. “Cree que soy tonta –dice encogiéndose de hombros–. La semana pasada, salió de la cocina diciendo; “¡Sorpresa!”. No se le ocurrió otra cosa que teñirse las puntas con colorante alimentario. No entiendo a los jóvenes. Estaba monísima con su pelo largo. ¡Y ahora mírala!”. “Pero abuela, ¡es la moda!”, responde Paris con vehemencia.

Los tatuajes son otro caballo de batalla entre las dos. Katherine reza “para que no se destroce el cuerpo con tatuajes”. Pero Paris tiene otros planes y quiere hacerle un tributo más permanente a su padre. Atesora una nota que le escribió en la que expresa su amor inmortal. “Quiero tatuármela en la muñeca izquierda y el nombre de mi abuela en la derecha. Cuando sea mayor, claro”. La música también es su pasión. Me señala un viejo tocadiscos y saca una caja con vinilos. “Me fascina todo lo relacionado con los años 80 –asegura–. Está claro que he nacido en la época equivocada. Me encantan los Arctic Monkeys, Pixies, AC/DC, MötleyCrüe, Alice Cooper, Smiths... Y también Nirvana. Crecimos escuchando de todo. Muchos clásicos de la Motown. Pero papá también adoraba a Queen”. En cuanto a su futuro, asegura que sueña con ser cardióloga: “Quiero ser actriz, pero solo durante el instituto. Luego estudiaré Medicina”.

Paris celebró su 15 cumpleaños yéndose de compras con su madre, Debbie Rowe. Las dos han recuperado hace poco su relación. “Cuando estoy con ella, no llevamos seguridad –explica–. Y eso me encanta”.

Además, como a cualquier adolescente, a Paris le apasionan las redes sociales. “Suelo tener problemas porque tuiteo muchas cosas que no debería... y luego pasa lo que pasa. Además, me lo tomaba todo muy a pecho cuando me decían cosas [negativas] y decidí parar. De hecho, antes también tenía Instagram, pero los comentarios se volvieron un poco fuertes y lo dejé. La gente se peleaba en los comentarios y se enfadaban conmigo por borrarlos. Me empezaron a insultar y se hizo muy duro”. ¿Lee las cosas que se publican sobre ella? “Intento no hacerlo, porque hay mucho odio por ahí”.

Paris se reserva sus comentarios más duros para su vecino, Justin Bieber, a quien supuestamente le han visto fumar marihuana en público. “Había chicas en Twitter cortándose y haciéndose daño para llamarle la atención y conseguir que lo dejara. Imagínate cuando esas chicas sean adultas y sus hijos les pregunten de qué son esas cicatrices. Creo que es muy irresponsable por parte de él y de esas chicas”. Paris ve a la cocinera y la abraza, y saluda cariñosamente a Laura, su guardaespaldas. Pregunta si es posible hacerse una foto con su abuela, que está sentada regiamente en una silla, y le dice: “Te quiero abuela”.
 
FUENTES: http://www.mujerhoy.com/Hoy/mujeres-hoy/Paris-Jackson-Michael-padre-726768052013.html

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