Era sensible a cómo podía afectarnos aquella experiencia y el efecto que podía tener en nuestras vidas y en la suya.
Llegó un momento en que mi padre tuvo que regresar para ocuparse del restaurante y de mi madre. Al principio Michael lo aceptó, pero cuando se acercó el momento de partir, fue a ver a mi padre y rompió en llanto.
- Ya sé que tienes que regresar al trabajo – le dijo Michael con los ojos bañados en lágrimas – pero te quiero pedir si Frank y Eddie pueden quedarse conmigo. Eso es lo que más me gustaría. No sabes cuánto me ha ayudado su compañía estos días. Te prometo, que los cuidaré y los vigilaré como si fueran mis hijos.
Ya habíamos perdido una semana de clases. Si nos quedábamos con Michael, seguiríamos viajando de país en país hasta terminar la gira europea para después dirigirnos a América del Norte y del Sur. Hasta diciembre no llegaríamos a casa.
Faltar a clase por una gira de rock no era cuestión menor y a mis padres no les dejaba indiferentes, desde luego. Pero mi padre vio lo solo que estaba Michael. No tenía parientes ni amigos que lo acompañaran en la gira, sólo el equipo de trabajo, y tenía que hacer frente a una de las peores acusaciones que puede haber para un hombre inocente, sea o no sea famoso a nivel internacional.
Lo que estaba claro es que los cargos que le imputaban a Michael no fueron un factor de peso en la decisión de mis padres. Tal vez haya quién cuestione el criterio de mis padres a la hora de dejar a dos niños solos con un hombre acusado de haber abusado de un niño. Pero para nosotros la idea de que podíamos estar en peligro en su compañía era completamente absurda.
Mis padres sabían que Michael era inocente. Lo conocían desde hacía años y para ellos era como de la familia.
Aunque eran conscientes de la extraña imagen que daba Michael al mundo exterior, comprendían sus rarezas en cuando se ponían en su pellejo, y viéndolas desde ese ángulo, cobraban sentido. Cuando usaba una mascarilla quirúrgica, la prensa decía que era para ocultar una nueva cirugía plástica, pero en realidad lo hacía para protegerse, para no enfermar antes de una actuación.
Luego apareció que la mascarilla era una especie de disfraz que le permitía esconderse (cuando en realidad lo que hacía era llamar más la atención) y al final la transformó en una prenda de vestir exclusiva y comenzó a hacérselas de seda y por encargo. Cuando lo fotografiaron en una cámara hiperbárica, corrieron rumores de que la utilizaba para dormir, sin embargo, lo cierto era que había donado a un hospital local para el tratamiento de personas quemadas. No voy a negar que Michael fuera todo un personaje al que le gustaba hacer bromas, pero su conducta impulsiva nunca era tan extravagante como muchos se apresuraban a suponer.
Para nosotros, Michael era el amigo más divertido y cariñoso que podía haber, además el mejor compañero de juegos posible. Para mis padres siempre fue un adulto humilde y bondadoso, un hombre culto con opiniones interesantes y equilibradas. Mis padres pasaban veladas enteras hablando de él, aprendiendo de él. Lo consideraban una buena influencia para sus hijos.
Y sobre todo, mis padres conocían al verdadero corazón de Michael. Sabía muy bien lo responsable y afectuoso que era y tenían plena confianza en él, en su equipo y en su personal de seguridad. Mi padre había pasado buena parte de la gira con nosotros, de modo que conocía personalmente a todo el equipo y sabía cómo se programaba todo.
Tenía una relación muy estrecha con Bill Bray, a cargo de la seguridad. El nivel de confianza era muy alto, llevaba siéndolo muchos años y estaba bien cimentado. Estaríamos seguros.
Mi padre tiene una actitud muy protectora hacia todos nosotros. Su familia lo es todo para él y jamás nos expondría a ningún peligro.
(…)
Al parecer, nadie aceptaba con facilidad las buenas intenciones de este hombre extraordinario y no eran pocos los que se preguntaban una y otra vez cómo era posible que el mejor cantante del mundo, el mejor bailarín del mundo, eligiera estar siempre rodeado de niños ¿Cómo era posible que escribiera y bailara temas tan explosivamente sexuales y complejos y luego no quisiera más que rodearse de niños sin otra intención que no fuera inofensiva? ¿Cómo podía tener tantas rarezas a ojos del observador externo (las cirugías plásticas, las compras extravagantes, el halo de misterio? Y no ser raro en otros aspectos más inofensivos?
Sí, Michael tenía diferentes personajes. Al igual que yo, que también adoptaba distintas personalidades, dependiendo de si estaba en casa, con mi familia, viajando con Michael o en el colegio de Nueva Jersey. Al igual que todos nosotros nos ponemos máscaras diferentes para enfrentar distintas situaciones de la vida. Si las distintas imágenes de Michael parecían extremas era porque su vida era también más extrema que la de los demás.
Como reacción a todo el esfuerzo laboral que hizo durante su niñez, al perfeccionismo que guiaba su música, Michael anhelaba rodearse de la sencillez y la inocencia de una juventud que nunca tuvo.
Veneraba esos valores, los consideraba un tesoro y sobre todo a través de Neverland, quiso ofrecerlos a los demás.
Casi nadie entendía y muchos supusieron lo peor. Esta incomprensión fue el mayor tormento que padeció Michael durante toda su vida. Lo acompañó hasta el final. Yo estoy aquí para decir que conocía al verdadero Michael. Lo traté durante toda mi niñez. En todos esos años jamás vi en él otra cosa que no fuera una amistad pura.
Nunca hizo la menor insinuación cuestionable ni un solo comentario de índole sexual. Mis padres eran mayores y más sabios que mi hermano y que yo. Su punto de vista era más amplio y abarcar que el nuestro. Y confiaron en Michael sin reservas.
Cuando mi padre habló con Bill Bray sobre la posibilidad de que nos quedáramos hasta el fin de la gira Bill dijo:
- Sí Michael está deprimido. Y estos chicos le suben la moral.
Mis padres sabían que podíamos ser un gran consuelo para Michael. Hablaron con las autoridades de nuestro colegio para ver si podíamos ponernos al día con las clases contratando un profesor. Finalmente mi padre dijo las palabras mágicas.
- Pueden quedarse.
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