Por: ♥Anaitat♥Twittear
Este mes volveremos con nuestro sector dedicado a rescatar libros relacionados a Michael, y en esta ocasión abordaremos el libro escrito por Frank Cascio (uno de los mejores amigos de Michael junto a su familia) quizá muchos aún tienen el pésimo sabor de boca por los fakes del álbum “Michael”, y las controversiales subastas recientes.
Pero al igual que Jackie una amiga quien compartió este libro conmigo, he querido compartirla con ustedes, para conocer algunos momentos que Michael pasó a lado de Frank, Eddie y su familia (Nada puede ser tomado literalmente) porque la adaptación literaria siempre deja mucho a la imaginación y como todo libro de este género; encontraremos que los escritores siempre tratarán de quedar bien parados ante determinadas situaciones y/o momentos.
Será muy interesante analizar este libro con ustedes, pero ahora demos rienda suelta al primer capítulo que dada su extensión la iré repartiendo por partes.
MI AMIGO MICHAEL:
PRIMERA PARTE: EL CLUB APPLEHEAD
Mi padre me dijo que ese día debía acompañarlo a su trabajo para conocer a un amigo suyo, mi única preocupación era que me dejaran ir con la limusina bien sujeta en mi pequeño puño. Nunca había oído hablar de Michael Jackson de modo que cuando mi padre me nombró a la persona que íbamos a conocer, no me importó mucho. La sola idea de salir de casa ya era motivo de alegría y acompañar a mi padre al trabajo, también. Me entusiasmaban los hoteles.
Mi padre y yo subimos el ascensor y nos dirigimos a una de las habitaciones. En la puerta nos recibió Bill Bray, por entonces representante y jefe de seguridad de Michael. Bill era para Michael una figura paterna. Empezó a trabajar con él desde la época Motown y estuvo años a su lado como asesor de confianza.
Bill era afroamericano, tenía barba y media casi un metro noventa. Aquel día llevaba un sombrero ligero de fieltro y a la curva. En la nuca tenía varios pliegues de piel superpuestos y todo él reflejaba un cierto aire “country”. Con los años no fueron pocas las veces que vi a Michael caminar tras él imitando sus andares pausados y arrogantes. Bill saludó a mi padre con calidez. Me dio la impresión de que ya se conocían y eran amigos.
Bill era afroamericano, tenía barba y media casi un metro noventa. Aquel día llevaba un sombrero ligero de fieltro y a la curva. En la nuca tenía varios pliegues de piel superpuestos y todo él reflejaba un cierto aire “country”. Con los años no fueron pocas las veces que vi a Michael caminar tras él imitando sus andares pausados y arrogantes. Bill saludó a mi padre con calidez. Me dio la impresión de que ya se conocían y eran amigos.
Nos abrió la puerta para que entráramos en la habitación. Estaba inmaculada, como si nadie se alojara en ella. En realidad, lo que hasta ahora sé de las costumbres de Michael, era evidente que no era la suite que ocupaba: la había reservado para la ocasión porque no nos conocía lo bastante como para invitarnos a su suite privada. Aunque le gustaba acercarse a la gente, siempre recurría a sus múltiples mecanismos de defensa cuando le presentaban siempre hacía bromas con todo el mundo. Él me sonrió de oreja a oreja, se quitó las gafas de sol y me estrechó la mano. A los 27años, ya era un artista famosos en el mundo entero con su álbum Thriller que hasta el momento que escribo este libro aún lo es.
Una vez presentados e instalados, Bill Bray se retiró y mi padre, Michael y yo nos quedamos charlando en aquella habitación casi vacía.
- Tienes un padre maravilloso – me dijo Michael.
Esta frase la repetiría a menudo a lo largo de los años y sé que sí quiso conocer al resto de la familia fue por la buena impresión que le había dejado mi padre. Todo el mundo se siente cómodo en la compañía de mi padre. Su honestidad y sinceridad emanan desde lo más profundo de su ser. En un momento dado Michael y yo nos pusimos a hablar de los dibujos animados. Le conté que me encantaba Popeye y tuve el dudoso honor de darle a conocer a la Pandilla Basura (mi hermano y yo coleccionábamos los cromos). Michael sabía hablar con los niños, se interesó de forma genuina en mi pequeño mundo y probablemente le caí bien, porque recuerdo que le pasé la limusina de juguete por la cabeza, los hombros, y después por los brazos. Agarró la limusina la hizo volar por mi cabeza como si fuera un avión, haciendo el ruido de los motores y todo.
¿Qué quieres ser cuando seas grande? – me preguntó Michael.
- Quiero ser como Donald Trump – le respondí – pero con más dinero.
Mi padre se echó a reír.
- ¿Qué te parece le dijo?
- Tampoco es que Donald tenga tanto dinero – comentó Michael.
Entonces mi padre le pidió permiso para sacarnos una foto a los dos. Me senté en su regazo y pasé el brazo por debajo de su barbilla. Después sonreí y nos sacamos la foto.
Ese fue mi primer encuentro con Michael. Años después cada vez que él enseñaba esa foto decía:
¿No te parece increíble que este sea Frank? (La pose relajada e informal, las sonrisas de los dos, un mechón de cabello oscuro que caía sobre su frente).
Estuvimos casi una hora con Michael y al marcharnos nos dijo que cuando volviera a Nueva York nos llamaría, y que le encantaría volver a vernos.
Mientras regresábamos en coche a New Jersey, mi padre miró hacia atrás y señaló:
- No tienes ni idea de la persona que acabamos de conocer.
Ese primer encuentro entre Michael y yo sucedió por el aprecio que Michael le tenía a mi padre, era él quien lo atendía y cuidaba siempre que se alojaba en el Hotel Palace. Ese era su trabajo y él lo hacía bien. Cuando Michael anunciaba su llegada. Mi padre se ocupaba de que siempre estuviera su suite preferida. Si Michael quería una pista de baile en la habitación, mi padre se encargaba de que se instalara. Cuando Gregory Peck se alojaba en el hotel y Michael quería verlo, mi padre facilitaba el encuentro. Supervisaba la seguridad cada vez que Michael entraba o salía del hotel. Estaba atento a todo lo que le pidiese, por un niño que fuera, como alguna comida en particular, se desvivía para que Michael tuviera todo lo que quería o necesitaba.
Michael sabía que era mi padre quien se ocupaba de todas estas cosas, y un día le dijo a Bill Bray que quería conocer en persona a Dominic y éste encargó de que así fuera. A medida que se fueron conociendo mejor, mi padre veía a Michael como una persona sumamente cálida, gente y humilde. Al mismo tiempo estoy seguro de que mi padre lo hizo sentir muy cómodo, demostrándole que no era su condición de ser famoso lo que le atraía de él.
Continuará…
Nota: Estaré subiendo una nueva parte del libro cada semana y si me da algo de tiempo subiré más partes.