Por: ♥Anaitat♥Twittear
A pedido de ustedes vamos a iniciar una secuencia de libros dedicados a la memoria de Michael...y dada la última votación en facebook, ganó el libro REY DEL ESTILO: Vistiendo a Michael Jackson de Michael Bush, que personalmente es uno de mis libros favoritos.
Y como cada libro que hemos publicando en el blog, se dejarán los enlaces de cada capítulo, para seguir la línea del libro.
Empecemos esta travesía...con el prólogo y el primer capítulo:
La Suma de un Hombre es Mayor que sus Medidas
La imagen de Michael Jackson fue tanto su trabajo artístico como su persona misma. A través de su música, el baile y la moda creó una mística única que era reconocida a lo largo de todo el mundo. El interés de Michael estaba en su deseo de enviar mensajes sutiles utilizando su voz, su cuerpo y sus ropas. Vestuario y actuación llegaron juntos para convertirse en Michael Jackson. Era un visionario del estilo y usó esa visión (junto con todos sus otros considerables talentos) para transformarse a sí mismo de estrella infantil en Rey del Pop. Dennis Tompkins y yo fuimos miembros de su equipo; un equipo de creativos que él mismo reunió para ayudarle a hacer realidad sus ideas. Como sus diseñadores exclusivos durante cerca de veinticinco años, fuimos los co-creadores del estilo de Michael. A través de un proceso creativo único, aprendimos como canalizar sus pensamientos, deseos y filosofía para crear prendas que simbolizaran lo que él representaba. El Rey del Estilo es la primera compilación ilustrada de la evolución de ese proceso; una aventura visual de nuestro trabajo juntos.
Nosotros comparábamos a Michael Jackson con un lienzo. Le entusiasmaban los detalles, siempre se mostraba curioso con el proceso y deseaba inventar; obligaba siempre a descubrir algo nuevo. Él quería que sus ropas, igual que su música y sus pasos de baile, fueran una impactante expresión de sí mismo. Nosotros tuvimos la tarea de ayudarle en esa expresión.
Era deseo de Michael que nosotros recopiláramos este libro. De hecho, fue idea suya. “¿No les encantaría saber cómo fue hecho El Mago de Oz? Los ojos de Michael se iluminaban con asombro y se abrían inmensos mientras hacía esta pregunta. Para él, era cosa fácil abrir la cortina y revelar nuestra contribución a la creación de un ícono del pop.
Detrás de la cortina, sin embargo, no había solo fachada sino un hombre muy real con un profundo amor y aprecio por el arte, alguien que encarnaba muy bien los sueños e inspiraba a otros. Su sentido del estilo reflejaba su mente perfeccionista y mediante la comprensión de su estilo –junto con las historias personales detrás de cada prenda- se revelará una faceta completamente nueva de Michael Jackson.
EN MEDIO DE LAS COSAS:
La mayoría de las grandes sagas épicas que se han escrito comienzan en medio de la historia, empleando el recurso literario conocido como in medias res. La vida de Michael Jackson fue más que épica y, de acuerdo con esa idea, El Rey del Estilo comienza durante la realización de “Bad”, cuando Michael estaba en la cima pero empezando su carrera en solitario. “Bad” fue la primera gira en la que actuó sin sus hermanos y marcó el momento en que nos invitó a Dennis y a mí a unirnos en su misión de convertirse en el máximo artista.
Al mismo tiempo que evolucionaba la imagen de Michael, lo hacía la nuestra como diseñadores y artistas. Michael amaba los retos y nos empujó siempre a estar a la altura de las circunstancias. Conduciéndonos fuera de nuestro elemento con peticiones extrañas, acertijos intrigantes y una constante confianza en nuestras habilidades, Michael siempre nos alentó a ser creativos y a enfrentarnos a los retos más intimidantes.
A veces esto significaba un riesgo de que a Michael no le gustara lo que intentábamos. Por ejemplo, estaba la Chaqueta Berlín, en cuero negro, sin cremallera y adornada con insignias de un club de coches. Nos inspiramos para hacerla mientras buscábamos ideas en un espectáculo europeo de coches. Cuando se la enseñamos a Michael, preguntó: “¿Por qué han hecho esto?”. Rechazó probársela. Nuestros estómagos subieron hasta la garganta. Pero confiando en nuestro instinto, Michael se la probó y se convirtió en una de sus favoritas. Esta clase de interacción se convirtió en la base de nuestra vida con Michael, que se desarrolló desde una relación superficial hasta una amistad basada en la mutua confianza.
Para nosotros, Michael fue un maestro que cambió nuestras vidas profesionales de un modo que nunca esperamos. La profundidad y complejidad de nuestras creaciones nos sorprendían a menudo; y eso era porque Michael era nuestra musa. Su filosofía era siempre intentar algo nuevo para hacer a la gente mirar dos veces. Su filosofía se convirtió en la nuestra. Nos enseñó a esperar cambios y a buscar la risa y el humor cada día. Juntos pudimos seguir creando lo que a él le gustaba llamar “arte para llevar”.
Aunque muchas de sus ropas y trajes podrían considerarse caprichosos, Michael no elegía su vestuario por capricho. Vestirle fue un proceso multicapa para transmitir un mensaje, evocar una emoción y estimular un pensamiento en todo aquel que pusiera sus ojos en él. Sus ropas reflejaban y acompañaban a las letras de sus canciones, su música, sus cortometrajes, sus efectos especiales y a sus giras; contribuían a una mayor totalidad.
Nada ejemplifica mejor este hecho que la historia de los zapatos para inclinarse; el mayor reto que nos dio jamás Michael. Era un movimiento de baile coreografiado en su cortometraje “Smooth Criminal”, llamado “el movimiento de inclinación”, en el cual Michael se inclina hacia delante en un ángulo de 45 grados. Michael quería representarlo en directo en el escenario y nos retó a crear algo con lo que pudiera ser capaz de hacerlo. Inventamos un mecanismo que se instalaba dentro del zapato que se enganchaba a un perno colocado en el suelo y que permitía a Michael “crear” el movimiento de inclinación en directo. Obtuvo la patente a nombre de nosotros tres. Gracias a esta aventura, Michael nos ayudó a crecer desde artistas hasta verdaderos inventores.
A Michael no le gustaba conformarse con el estilo popular. Él llamaba a los diseñadores de ropa en serie “fabricantes” y decía: “La ropa debe encajar en mí, no yo en la ropa”. Su primera regla era la función. Si la pieza no funcionaba para su propósito, no podía usarla. Él pedía total confort y que quedara bien, por lo tanto, la elección del tejido era esencial. Su camisa de pana era una de sus favoritas por esta razón. Pero el amor de Michael por los trajes sin restricciones no significaba que no fuera un fan de lo ajustado y ceñido. Definitivamente él llevaba el traje; no el traje a él.
Michael tenía cuerpo de bailarín y todos los cortes y tejidos de sus ropas de actuación se ajustaban a su forma. Él quería que el público le viera a él, no a sus ropas. El tipo de ropa del que era partidario servía también como protección para no ser agarrado por un fan. Por esa razón evitábamos corbatas, flecos y pantalones de campana; todo lo que fuera susceptible de ser alcanzado por las manos.
El baile jugaba un papel crítico en su guardarropa y viceversa. Vestirle a él y al resto del grupo en una gira nos ofreció un gran conocimiento acerca del intrincado equilibrio entre la canción, el baile y el vestuario. Por ejemplo, hasta el último día, Michael solo usó zapatos Florsheim. Nada malo que decir sobre unos mocasines negros de piel comprados en grandes almacenes pero sería un acierto seguro que un hombre de tal fama y fortuna optara por un zapato más caro. Pero Michael no. Él aprendió a bailar en unos Florsheim desde niño. Eran cómodos y eran los que había usado desde que era una estrella infantil. Los diseñadores le enviaban caros zapatos de diseño, como los mocasines de Gucci, pero Michael no los usaba por miedo a que no pudiera bailar con ellos.
Otros hechos poco conocidos que supimos con el tiempo eran por qué Michael no cepillaba nunca sus zapatos ni usaba nada de lana o piel, su afinidad por el estrás (piedras de imitación), los abalorios y los hermosos tejidos naturales, su necesidad de un punto de atención en cada conjunto, su chaqueta favorita de siempre, así como lo que siempre quiso llevar pero no tuvo la oportunidad de hacerlo, su amor por los reyes británicos, el oro egipcio, Miguel Ángel, el chicle Bazooka y nuestro favorito personal: la personalidad bromista de Michael y las bromas que le gustaba gastarnos a Dennis y a mí.
Michael era un hombre de muchas paradojas, la mayoría de las cuales pudimos representar en las ropas que diseñamos: rígidos cortes militares que eran también elásticos y móviles; revolucionarios ropajes para comandantes del ejército llevados por el corazón de un hombre gentil. Deslumbrantes ornamentos adornando a un hombre bendecido por una apacible humildad, ropas exclusivas, artesanales, llevadas con viejos y arañados zapatos Florsheim. Michael Jackson fue el paradigma de una enigmática superestrella y El Rey del Estilo traza el viaje a través de las ropas que usó.
CAPÍTULO UNO:
ELECTRIZANDO UN ESTILO,
DISEÑANDO UN THRILLER
La prenda favorita de Michael de todos los tiempos era una chaqueta color blanco nata adornada con perlas y canutillos de cristal en color crema. Colocadas firmemente en hileras rígidas sobre las solapas, las perlas parecen ponerse firmes como soldados en un cuadro, pero bailando a la luz.
Cuando Dennis y yo hicimos esta pieza, llevábamos siete años como estilistas, diseñadores, modistos y ayudantes de vestuario personales exclusivos de Michael. Aunque llamábamos a otros vendedores para ayudarnos a reunir y montar algunos de los tejidos y materiales necesarios para vestirle, el diseño y la producción de ropa era un trabajo estrictamente de dos hombres, realizado por Dennis y por mí.
Era 1991 y Michael se estaba preparando para asistir a la 64 edición de los Premios de la Academia. Me llamó y dijo: “Bush, voy con Madonna a los Premios de la Academia. Averigua qué se va a poner”.
“Michael, ninguna mujer contará jamás lo que se va a poner para ir a los Oscars antes de pasear por la alfombra roja. No hay modo de que lo averigüemos”.
“Yo sé que puedes hacerlo por mí”.
Dennis y yo nos miramos el uno al otro e inmediatamente empezamos a llamar a todo el mundo que pudiera darnos una pista de lo que Madonna podría llevar a los Oscars. Solo había una remota posibilidad, pero Michael no creía en lo imposible. Pudimos descubrir que Bob Mackie era el diseñador y Madonna podría llevar un vestido blanco con perlas. No era mucho, pero mejor que nada.
Dennis dibujó dos chaquetas: Una de estilo tradicional sin botones, de corte sastre hasta la cadera y otra estilo militar. Ambas con perlas y canutillos. A una semana del evento más esperado del año (sin presiones). Llevé los dos diseños al estudio de grabación de Michael y se los dejé en la mesa de mezclas, él los miró silenciosamente y dijo: “Bush, ¿puedo quedarme con ambos?”.
Oh, Dios mío. ¡Tenemos una semana para hacer no una chaqueta, sino dos!
“Claro, Michael”.
Esto era bastante típico. De hecho, raramente nos presentábamos con un solo traje para Michael el día del evento. Siempre llevábamos un par de conjuntos que hicieran juego porque era mejor para Michael decidir en el último momento lo que le iba mejor. El que sería elegido como el más correcto se decidía por impulso e instinto.
La noche de los Oscars le llevé ambos trajes y los dejé sobre la cama. Llegué pronto para ayudarle a vestirle. Ese era mi trabajo. Dennis era el artista, el artesano y el co-ingeniero del vestuario, mientras que yo estaba a cargo del guardarropa y de los trajes de la coreografía en las giras, decidiendo la forma y funcionalidad de las piezas, y de darles el “último toque” a las ropas.
Michael señaló la chaqueta tradicional. “Esta me parece mejor para mí hoy”. Y entonces acarició la chaqueta militar. “Esta será mi chaqueta de los Grammy, Bush. Ponla aparte”.
De modo que Michael usó la chaqueta de noche para los Oscars y dos años más tarde, cuando se le concedió un premio por su hermana Janet en los Grammys de 1993, Michael lo recibió gentilmente llevando su chaqueta de perlas de estilo militar. Era su chaqueta favorita de siempre.
De las cientos de piezas que creamos para Michael en los veinticinco años que trabajamos con él, ¿qué hacía de esta chaqueta en particular su favorita? El corte de la chaqueta no era exclusivo. De hecho, tenía su clásica silueta militar –corta hasta la cintura, amplia de hombros, unas decorativas charreteras que dirigen tus ojos hacia la luz. La respuesta más corta es: opulencia.
Michael estaba obsesionado con la herencia y la historia militar británicas. Una de las citas favoritas de Michael procedía de una fuente inesperada: “A los hombres se les gana con baratijas”. Napoleón había dicho estas palabras para indicar el significado de las medallas con las que regalaba a sus soldados. Cuando fuimos de gira por Europa, Michael se las arregló para visitar castillos y viejas ciudades, en donde se quedó fascinado por los retratos de reyes y reinas que había en los museos. Se quedaba mirándolos atentamente a lo largo de las paredes del Palacio de Buckingham, la Torre de Londres o las Casas del Parlamento, absorbiéndolo todo; la ostentación, el glamour, las medallas y honores, el modo tan increíble en que reyes y comandantes eran retratados. Michael estaba fascinado por todo eso.
Para los trajes de Michael, Dennis y yo estudiamos la monarquía y la historia militar europea, poniendo especial atención en uno de los reyes más destacados, el rey Enrique VIII de Inglaterra. Y ahí estaban. Perlas. Cosidas en la ropa de los reyes. Deslumbrando en sus cuellos, chalecos y pecheras. Durante este tiempo de la historia, la realeza eran las únicas personas que podían usar perlas, porque los nobles eran los únicos que podían permitírselas. Las perlas estaban reservadas verdaderamente para la élite. Y esta opulencia no estaba colgada de un hilo y usada como un collar. Las perlas de la realeza estaban unidas a las ropas.
Hay una ironía aquí, por supuesto, pues Michael era conocido como el Rey del Pop. Pero como resultó ser, fue Elizabeth Taylor, en realidad quien dijo ese nombre por primera vez públicamente. Ella le presentó como “El Rey del Pop, Rock y Soul” en los Premios de la Música Americana (American Music Awards) y la prensa se le echó encima.
Después de un corto espacio de tiempo, Dennis y yo nos dimos cuenta de que si poníamos una corona o un escudo de armas o un querubín en el sitio adecuado, ya estaba casi todo hecho. Ese era el modo de engatusarle. Con los ojos abierto de par en par y completamente entusiasmado por un león germano de dos cabezas o cualquier otro tipo de “nuevas” medallas que probábamos para llamar la atención, Michael susurraba: “Bush, ¿cómo lo sabías?”
“¡Vaya! ¡He estado haciendo esto para ti un millón de años!”, es lo que quería decirle. Pero normalmente solo respondía con: “Sabemos lo que te gusta”. Creo que eso le confortaba. Era más fácil darle lo que sabíamos que le gustaba, estar en su elemento respecto al aspecto visual de su modo de vestir. Michael dijo una o dos veces: “Bush, necesito intentar un cambio para este cortometraje o este reportaje fotográfico”. Entonces intentábamos algo diferente a su perfil habitual –como si pudieras alguna vez “reinventar” a Michael Jackson- solo para volver de nuevo a su silueta preferida…
Continuará…