Por: ♥Anaitat♥Twittear
Pensemos por un momento en qué ocurriría si una superestrella musical saliera hoy al escenario enfundado en un traje negro de satén, acompañado de un órdago de cartucheras militares y un tanga dorado sobre sus pantalones golpeando su melena rizada al viento. Probablemente, la imagen recorrería el mundo en un par de segundos a través de Twitter, un millar de medios dispararían la instantánea para redirigirla a su página web junto a un artículo sarcástico en menos de una hora y al día siguiente, todos los informativos hablarían del escándalo que fue el concierto, y la voz de ese artista quedaría irremediablemente mermada por lo estrambótico del look.
DURANTE SU ACTUACIÓN EN LA SUPER BOWL DE 1993, EN PASADENA (CALIFORNIA)
Afortunadamente, endulza la memoria saber que hace treinta años nada de esto era todavía posible, lejos de la era digital y más aún de la voracidad de la actual sociedad de masas en cuestiones de fama.
DE PEQUEÑO Y CON CHAQUETA ‘FLOWER POWER’
Pero en los 80 y en la mejor parte de los noventa, los artistas podían permitirse desarrollar su armario al mismo tiempo que su música sin el escrutinio público devorándoles a cada paso, y la mejor leyenda para demostrar el poder de que el vestuario puede acompañar con brillantez una carrera astronómica es sin duda el rey, el increíble rey del pop, Michael Jackson.
El artista con más galardones de la historia –literalmente– es cinco años después de su muerte absolutamente inmortal. Sí, por las bandas sonoras de una generación bautizadas como Thriller, Billie Jean, Man in the mirror o Smooth Criminal, pero también por una audacia y un riesgo sin parangón en sus selecciones estilísticas que le llevaron a cimentar un estilo imitado y venerado por todos sus fans e incluso por una cultura de moda que aún hoy sigue mostrando rescoldos de su legado
DURANTE UN CONCIERTO DEL ‘VICTORY TOUR’ EN 1984, CON SU FAMOSO GUANTE
“Soy feliz por estar vivo. Soy feliz por ser quién soy". Michael encarnaba una dulce contradicción sobre lo que su interior sentía y el exterior percibía sobre él, pero siempre se mostró sin remordimientos a la hora de mostrarse masculino o femenino, replegando o desplegando su sexualidad, cambiando su aspecto y tono de piel a imagen y semejanza de sus propios sueños… Y esa valentía le ayudó también a quemar con su talento los suelos del globo.
Lo hizo de todas las maneras y con todos los looks posibles: con su mayúsculo guante blanco cuajado de brillantes, con sus chaquetas militares entalladas hasta el infarto, con su sombrero negro y sus gafas de aviador… Cada aparición era una sorpresa superando a todas las anteriores, y el rey siempre conseguía dejar la sensación de que cada una de ellas debía ser guardada a fuego lento por las retinas del globo dado lo irrepetible de sus hitos.
Soy feliz por estar vivo. Soy feliz por ser quien soy
Michael Jackson
EN EL VIDEOCLIP DE ‘THRILLER’
Durante la ceremonia en la que el presidente Ronald Reagan le agradecía su contribución a la causa de prevención del alcoholismo en 1984, Michael Jackson escuchaba impertérrito sin quitarse sus maxigafas de sol, enfundado en una chaqueta de lentejuelas azules con hombreras de caballería y el pelo engominado junto a la primera dama Nancy Reagan.
Para él, no existían protocolos y a finales de los ochenta, sus prendas favoritas se convertían en su uniforme fuera cual fuera la ocasión: camisa –siempre abierta, dejando ver en su mayoría de veces una estrechísima camiseta interior de tirantes–, calcetines blancos y mocasines similares al Gommino de Tod’s en mil y una versiones, leggings de armadura militar que posteriormente conjugarían diseñadores como Nicolas Ghesquière durante su etapa enBalenciaga… Alrededor de estos looks oscilaban peinados, cinturones –no había problema en que también fueran de lentejuelas–, que Michael Busch y Dennis Tompkins (los diseñadores detrás de este epatante armario) se encargaban de idear, urdir y conseguir para él.
JUNTO A MADONNA
Años más tarde de aquella pareja soñada que formó junto a Brooke Shields en los ochenta, Madonna fue una de sus mayores defensoras y consideró tremendamente injustó el tratamiento que Jackson recibió en sus últimos años de vida. En 2009 le dedicaba un sentido homenaje durante la gala de los Video Music Awards, detallando este sentimiento en su discurso: “En un desesperado intento de mantener viva su memoria, entré en Internet y empecé a ver vídeos antiguos de Michael bailando y cantando en televisión y durante algunos de sus conciertos. Pensé ‘Dios mío, era tan único, tan original, tan irrepetible. Y nunca habrá nadie igual que él’. Él era un rey. Pero también era un ser humano, todos lo somos y a veces necesitamos perder ciertas cosas para poder apreciarlas de verdad. Quiero terminar de forma positiva este recuerdo asegurando que mis dos hijos, de nueve y cuatro años, están obsesionados con Michael Jackson. Cada dos por tres en mi casa hace su movimiento de agarrarse las partes o el paso del moonwalk, e incluso parece que una nueva generación de jóvenes ha descubierto a este gran genio y están resucitando su talento de nuevo. Sólo espero que donde quiera que esté, Michael esté sonriendo al escuchar esto”.
Él era un rey. Pero también era un ser humano, todos lo somos y a veces necesitamos perder ciertas cosas para poder apreciarlas de verdad.
Madonna
Para la última gira de Michael se habían diseñado trajes con más de 300.000 cristales Swarovski en 40 modelos y 27 colores en total, lo que deja atisbar la obsesión controladora y el perfeccionismo sin fin del rey. El resultado era claro: nadie podía apartar la mirada de él. En su edad más afro, en su paso hacia un estado incierto de joven atormentado, en su mirada pálida que proveía de lentes übergrandes y paragüas en algunas ocasiones.
Michael era un faro de luz para muchos de sus fans, pero también una fuente incesante de inspiración para la moda en la era globalizada que se avecinaba y que años después alcanzaría cotas insoportables en las pieles de quienes, además, le citaban como su máxima referencia. Britney, Miley o Gaga eran algunas de ellas. Pero muchas otras se dejaron embrujar por su magia. Hoy,cinco años más tarde de la muerte de su leyenda inmortal, su estilo aún es fácil de recordar con un solo pestañeo. No hay duda: su legado sigue intacto.
A SU LLEGADA A BREMEN (ALEMANIA) EN MAYO DE 1997