Por: ♥Anaitat♥Twittear
El guardaespaldas de Michael cuenta su experiencia con él.
La primera vez que trabajé para Michael Jackson fue rápido. No intercambiamos una palabra. Mi miró e hizo un gesto con la cabeza, eso fue todo. Michael estaba filmando “Rock My World” en un estudio de Universal Studios en Hollywood. Yo era Sheriff suplente en la Oficina del Condado de Los Angeles y estaba asignado a la subcomisaría de Universal Studios. A través de eso, conocí al Jefe de Seguridad del Universal Hilton Hotel, donde se alojaba el Sr. Jackson. Como todo el mundo, pago mis facturas con el trabajo extra, seguridad para famosos, eventos para la comunidad y esas cosas. Así que cuando el director buscó un equipo de seguridad para que trabajaran en la filmación, recibí la llamada. Estaba en el lugar correcto en el momento preciso.
Era un sitio con mucho jaleo. Y para mí, un niño que llegó de Corea, el más famoso que había era Marlon Brando. Más tarde conocí a su hijo Miko, un gran amigo del Sr. Jackson. Y alguien al que puedo decir que es de “los buenos chicos”.
Por supuesto, como todo el mundo, había crecido con Michael Jackson; pero nunca me había considerado fan suyo. Nunca tuve un disco o un casette suyo. No conocía la música pop y no había seguido su carrera. Una vez le vi en MTV y recuerdo que pensé, “este tipo sabe bailar”. Pero eso es todo lo que sabía d él. Tampoco tuve una gran ambición por aprender el moonwalk.
Lo que vi en aquel primer encuentro fue a un buen hombre que se mostraba extremadamente profesional. Siempre educado con los trabajadores y un verdadero perfeccionista; no paraba de grabar toma tras toma y vuelta a empezar hasta que estaba completamente satisfecho. Todo el mundo quería hacerlo bien. Parecía inspirar eso mismo en todos los que le rodeaban. Cuando llegaba el momento de tomar un descanso o reunirse con la gente de creatividad del proyecto, mi primera misión era la de escoltarle hasta su trailer privado. En aquellos primeros días no hablabamos. Él sabía que yo estaba allí. Siempre que le escoltaba hasta alguna parte sonreía y me daba las gracias, y eso era todo. Era completamente natural y para él, algo tan cotidiano como para otra persona lavarse los dientes o salir al buzón. Pero lo que llegué a presenciar fue algo totalmente distinto. Una vida de aislamiento rodeada de empleados, fans y medios de comunicación tiene que afectar a una persona. Luego tienes a los que te rodean, los buenos chicos y los chicos malos.
De esta vez en adelante, Michael siempre traía consigo a sus hijos. Cuando les conocí, Prince tendría unos 5 años, y su hermana Paris, como 4. Mientras Michael estaba en el escenario, pedía que una persona de seguridad estuviera con ellos en el Universal Hilton que estuviera en contacto por si la nanny veía a algun sospechoso cerca de la suite o necesitaba asistencia en cualquier momento. Si los fans sabían que Michael estaba en un hotel en particular, caminaban por los pasillos intentando encontrar su habitación, intentaban pasar notas bajo la puerta y esas cosas. Siempre nos llamaban si había alguien persistente o intentaba ver a los niños. Michael era increíblemente protector con ellos. Como debe ser.
El paso a primera división
Trabajé con él así dos o tres veces, nada especial. Como seguridad en el trailer o en el hotel con los niños. Y pensaba que cuando acabara el video yo me dedicaría a otra cosa. Luego me dijeron que Michael iba a celebrar su show 30th Anniversary en el Madison Square Garden en New York. El Jefe de Seguridad de Michael me llamó y me pidió que nos reuniéramos en New York y ayudara con la seguridad en los dos shows. El primer show fue fijado para el 7 de septiembre de 2001 y el segundo para el 10 de septiembre. Pedí mi salida del Departamento del Sheriff y pensé que me iba a la aventura. No tenía ni idea de lo cerca que iba a estar de las Torres Gemelas en ese momento histórico.
Ir a New York fue increíble para mí. De hecho, era la segunda vez que viajaba al este de las Rocosas. Me recogió un chofer en el aeropuerto con una limousina ¡como una estrella! Fue bastante excitante, creo, "Wow! Voy a trabajar con alguien y tengo a quien me recoja del aeropuerto!" Siempre sales de un aeropuerto y pasas delante de todos esos chóferes con cartelitos con el nombre de alguien importante y crees que nunca serás una de esas personas importantes. De repente, yo era uno de aquellos elegidos para ser recogido. Me sentí genial. Recuerdo que pensé que el hombre para el que trabajaba ahora pensaría eso cada día de su vida, en cada momento, y a donde quiera que fuera. Me encantó lo de la limusina. Iba totalmente relajado, disfrutando de la locura de ciudad, la gente corriendo por todas partes cuando de repente llegamos al Palace Hotel en Manhattan donde estaba Jackson y su gente y tuve que salir a toda prisa. Michael estaba de camino a los ensayos en el Garden y no tuve ni un minuto para dejar mis maletas y unirme a la seguridad. ¡Ahí fue cuando tuve mi primera lección real sobre los fans de Michael Jackson! Siempre parecen saber dónde está y hacia dónde va. Deben tener una red muy bien organizada. Como muchos de nosotros, Michael tiene unos sitios favoritos donde estar, y los fans tienen contactos, ya sean botones, o recepcionistas o cocineros que les tienen bien informados. Y no hablo de unos pocos, sino de cientos de fans que había donde quiera que fuera Michael. En todos los sitios públicos. En Londres, la gente se contaba por miles. ¡Y lo de Alemania era de no creerse!
Aquella mañana me asignaron el "coche de persecución". Nuestro trabajo era seguir la limusina y estar preparado para desplazar a cualquier vehículo que se pusiera junto al de Michael. Me pidieron esperar en el parking VIP hasta que me dieran una señal por radio de que Michael ya estaba de nuevo en la habitación. Me impactó el ruido que había fuera del garaje. Literalmente cientos de fans gritando, cantando, apretados tras una puerta replegable. Decían su nombre. Gritaban. Era histeria. Yo había trabajado con público en Los Angeles, pero nunca había visto un espectáculo similar. Se abrió la puerta y la gente se volvió loca, apenas podía escuchar mi auricular diciendo que el Sr. Jackson estaba en el garaje. Se movió rápido hacia el coche y en lo que pareció un instante, ya estaba dentro. Se cerró la puerta y todo acabó. Si hubiera girado la cabeza un segundo no le hubiera visto.
El local estaba cerrado así que mi trabajo durante los ensayos era pasar entre las butacas y los trabajadores que estaban preparando los equipos para asegurarme de que nadie tomaba fotos o video. Si alguien tenía una cámara se la confiscaba. Les pedía que borraran el contenido de sus tarjetas. La primera noche en el show del MSG, Elizabeth Taylor estaba esperando a Michael en una limusina en el garaje del parking. Ella le acompañaría por la alfombra roja donde Michael hablaría con muchos medios. Me quedé de pie esperando junto al coche a que bajara el ascensor y que el coche saliera hacia el Garden. La gente gritaba como siempre, sólo que esta vez, Michael vestido con una chaqueta blanca de brillantes, paró ante el coche y se giró hacia los fans. Esta vez quería público. Saludó y sonrió, hizo el signo de la paz, y posó para fotos. Yo estaba a su lado y pensaba, este tipo realmente sabe cómo controlar a la multitud, más allá de eso, pude ver que le encantaba, incluso que le hacía falta. Parece como si pudieran recargar su energía.
De repente, desde dentro del coche pude escuchar la inconfundible voz de Elizabeth Taylor. “Michael! Michael! ¿Qué coño haces? Entra ya en el coche! Tenemos que irnos!!” Michael la escuchó, por supuesto, pero me miró por el rabillo de sus grandes ojos como diciendo, “¿Has oído eso?” Por un momento, parecía como si le hubieran pillado haciendo algo malo. Creo que se sintió un poco avergonzado. Así que le dije, “Bueno, creo que será mejor irnos ya, ¿no?”. “¡Sí!” dijo con una sonrisa y saltó al coche.
Esa fue nuestra primera conexión y desde ahí siempre me hacía pequeños gestos como si fuésemos dos niños bromistas de colegio. Lo primero que tuvimos que arreglar fue lo de nuestro nombre, ya que ambos somos Michael. En público, siempre que hubiera alguien cerca, siempre fui respetuoso. Le llamaba Sr. Jackson. Después de todo, él era el jefe y me había contratado para protegerle. Era mi cliente. Ese era mi trabajo. Una vez que estábamos solos me decía, “Deja de llamarme Sr. Jackson. Basta con llamarme Michael.” Así pasó a ser “Michael” en persona. “Sr. Jackson en público.” Y yo fui siempre “Mike.”
Yo era sólo un año mayor que Michael Jackson, pero en ese momento me sentía en gran parte como un hermano mayor. Protegerle fue mi trabajo, mi profesión. Pero era alguien al que instintivamente querías proteger incluso de sus amigos que parecían bien intencionados.
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