-----------------------------------
En lugar de limitarme a absorber películas u otro modo inconsciente y aceptarlas tal cual eran, comencé a analizar el arte que encerraban.
Pero estar con Michael no era sólo analizar las sutilezas de la cultura pop. La siguiente parada de la gira era Estambul, Turquía, donde nos alojamos en una suite enorme y de gran belleza. Cuando Eddie y yo estábamos con Michael, siempre hacíamos cosas divertidas, como guerras de almohadas y cosas por el estilo, pero aquel día en particular Michael nos miró de repente con cara de niño travieso y nos anunció, casi con susurros:
- Vamos a destrozar esta habitación.
Nos pareció excelente, de modo que en compañía de Michael, y antes de dejar Estambul, Eddie y yo hicimos estragos en la suite. Cruzamos los sofás para dejarlos en posiciones absurdas, ladeamos los cuadros de las paredes para que se vieran torcidos, dejamos el suelo sembrado de pétalos de rosa. En lo que respecta al arte de causar destrozos en habitaciones de hotel, no puede decirse que fuéramos unos maestros. Como golpe de gracia, Michael retrocedió unos pasos, tomó impulso y arrojó un tenedor que se quedó clavado en un cuadro.
Al día siguiente cuando Eddie y yo estábamos sentados justo detrás de Michael en su camerino mientras Karen, que era su maquilladora, lo preparaba para salir a escena, Michael nos advirtió que Bill Bray se había enfadado mucho.
- Bill quiere hablar con ustedes, chicos nos dijo – Hicimos mal en destrozar la habitación. Le expliqué que la culpa fue mía y que no fuera duro con nosotros, pero quiere hablarles.
Mientras Michael estaba actuando en el escenario, apareció Bill Bray y nos echó la bronca por lo que habíamos hecho.
- No saben lo que hemos tenido que pagar por lo que han roto – nos dijo Bill, que de pronto nos pareció verlo más robusto de lo que era –
No podemos dejar así los hoteles. Es muy malo para la imagen de Michael.
Bill amenazó con mandarnos de regreso a casa y nos pusimos a llorar. Aquello fue un drama para mí, el fin del mundo. Y Eddie estaba igual de desolado. Michael le había puesto apodo de Ángel porque siempre procuraba ser bueno y respetuoso a toda costa.
Le pedimos perdón a Bill. No queríamos crear problemas. Todos incluso, Bill, sabíamos que Michael había sido el instigador de los destrozos, de una vez tuvimos que cumplir el papel de adultos.
Había que pensar a todas horas en las consecuencias para su imagen y su reputación, aunque él no lo hiciera.
Respecto a lo que sucedía con la familia de Jordy, sólo tocábamos el tema cuando Michael lo sacaba a colación. Y cuando lo hacía, empleaba un tono de melancolía. Era evidente que aún intentaba comprender el hecho de que hubiese ocurrido algo tan espantoso.
- Después de lo que he hecho por esa familia – se lamentaba.
Yo casi siempre respondía furioso, diciendo cosas como:
- Francamente no entiendo cómo ha podido hacer algo así.
- No, no lo entiendes – contestaba Michael – Jordy, no tiene la culpa de nada. Es su padre.
Michael disculpaba a Jordy. Sabía que era un niño incapaz de volverse contra él atacarlo despiadadamente por propia voluntad. Creía que todo se debía a su padre. Más adelante, cuando fui algo mayor. Michael que contó que el padre de Jordy le propuso invertir en una película que quería hacer. A él le gustó la idea en principio, pero sus asesores se oponían.
Desestimaron la propuesta del padre de Jordy con cierta desconsideración y Michael, poco amigo de las confrontaciones, también lo dejó plantado. Para Michael fue aquello, más que otra cosa, lo que provocó la reacción de Evan Chandler. (La película que Chandler había escrito, las locas, locas aventuras de Robin Hood fue producida y dirigida por Mel Brooks y se estrenó aquel mismo año).
Era evidente que Michael estaba muy disgustado por la situación en la que se encontraba, pero siempre mantuvo la compostura cuando estaba con nosotros, sin olvidarse de que éramos niños (…)
Continuará...
Primeras partes: (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10)
Nota: Las fotos no corresponden al libro