Por: ♥Anaitat♥Twittear
Como lo prometido es deuda, continuamos con el capítulo Nº 1 del Libro Rey del Estilo: Vistiendo a Michael Jackson:
Como lo prometido es deuda, continuamos con el capítulo Nº 1 del Libro Rey del Estilo: Vistiendo a Michael Jackson:
FELICES ACCIDENTES
CÓMO CONOCIMOS A MICHAEL
Aunque todos podemos cerrar los ojos e instantáneamente aparece la imagen de Michael con su perfil militar, habían muchas más cosas que ver en su aspecto que no solo son las que se ven a simple vista. ¿Cómo podía un hombre que se sentía tan obligado a presionarse a sí mismo creativamente, desear al mismo tiempo un perfil consistente pero nunca querer quedarse estancado? ¿Cómo hacía para que cada corte similar pareciera único cada vez? Conseguir tal proeza formaba parte de la magia de Michael.
El propósito de Michael era rebelarse con lo que llevaba puesto aplicando una mezcla de autoridad mediante las rígidas líneas de una chaqueta. En un sentido, el corte militar exigía atención y respeto, pero esto era rock and roll. Cuando hacías una pieza tradicional usando tejido elástico o plástico, se convertía en una rebeldía; en un sutil bofetón en la cara a la idea de “qué se espera de ti”.
La tradición está aún aquí, la obra artística está aquí, pero me estoy rebelando contra “el sistema” a mi manera.
Me imagino a Michael pensando así. Yo pensaba que esta perspicacia, esta rebeldía aumentaba su habilidad para comunicarse y conectarse más completamente con sus fans. Sin embargo, aún dejando aparte la ropa, no podías evitar conectar con Michael. Eso es en realidad lo que sucedió cuando le conocí. Conexión al instante.
Empezamos a colaborar con Michael en 1985, durante el rodaje de Capitán Eo. Y como pasa en todas las grandes relaciones, nuestro comienzo con Michael sucedió por casualidad. Dennis y yo trabajábamos en la cadena de televisión ABC. Yo hacía todos los trabajos posibles, según se necesitaran. Si había que coser un traje, lo hacía, si un actor de una serie necesitaba un asistente de vestuario, allí estaba Bush al rescate. Dennis, por otro lado, empezó su carrera como asistente de vestuario para los “íconos del viejo Hollywood” como Milton Berle o George Burns, cambiando después para convertirse en sastre para la cadena ABC, antes de que Disney le contratara para trabajar en Capitán Eo, junto con el diseñador de vestuario John Napier (Starlight Express y Cats).
Yo estaba contento por Dennis cuando le ofrecieron este trabajo durante la pausa del verano porque podía lanzar su carrera hacia el mundo del cine. Sin embargo, Dennis no estaba dando saltos precisamente, porque eso significaba que teníamos que sacrificar sus tres meses de vacaciones, pero le expliqué que añadir a su currículum una película dirigida por Francis Ford Coppola y producida por George Lucas podría abrirle las puertas de un modo que no podía imaginar. Yo era el que estaba deslumbrado por las estrellas y persuadí a Dennis finalmente para que firmara para estar al frente del departamento contratándome como a uno de sus quince costureros. Mientras trabajamos en el guardarropa a lo largo del verano haciendo los trajes para los bailarines, no teníamos ni idea de quién era la estrella de la película. En nuestro último día de trabajo nos llevaron a dar una vuelta por el plató.
“Este es el ascensor que va a llevar a Michael Jackson hasta el escenario”, nos dijo uno de los miembros del equipo. ¿Ese Michael Jackson? Me quedé atónito. Esto fue justo después del Victory Tour, del guante, del moonwalk. En 1985, nada ni nadie era más grande que Michael Jackson. Yo era un fan ciertamente, pero la idea de que hiciéramos el vestuario para una película protagonizada por Michael Jackson, me hacía sentir escalofríos por toda la espalda. Solo unos pocos años atrás, yo era un joven de Appalachia que había aprendido a coser a mano de su madre y se había abierto camino hacia Hollywood de modo zigzagueante. Podía no tener formación profesional o ninguna experiencia en la industria del cine, pero una cosa que sí tenía era poder de persuasión y, chico, estaba encantado de poder usarlo con Dennis.
Además de sus deberes en el decorado de EO, a Dennis le pidieron que “vistiera” a Michael y le preparara para el rodaje, pero Dennis lo rechazó. Él era un sastre después de todo y concentrarse en esta responsabilidad tan solo ya estaba bien. “Pídanselo a Michael Bush” sugirió Dennis a uno de los ejecutivos. Y eso hicieron.
“Podría no gustarle”, les dije en un tono apagado.
“Inténtalo”.
En el mundo de la moda en Hollywood hay una especie de jerarquía: Los diseñadores envían sus bocetos a los sastres, que cortan el patrón y lo montan en maniquíes. Los sastres envían las piezas a los costureros, quienes pasan la prenda acabada a alguien de guardarropa, cuyo trabajo es ponerla en un perchero para que el ayudante de vestuario la reciba. El ayudante de vestuario descuelga literalmente la ropa de la percha y se la pone al artista.
Yo tenía la misma edad que Michael Jackson, veintisiete años, y solo llevaba dos años y medio en la industria, pero sabía una cosa: Un hombre del calibre de Michael Jackson que no tuviera su propio ayudante de vestuario significaba una gran señal de alarma. ¿Cuál era el problema? Tenía que haber uno.
Al día siguiente, reuní las ropas de Michael y las llevé a su tráiler del plató de EO. Esperé una hora en la acera con la ropa en los brazos. Estaba oscuro como boca de lobo y hacía un calor del infierno allí dentro. Michael estaba al final del tráiler, donde estaba su cama. Podía escuchar a Bubbles, el chimpancé de Michael, saltando en la cama. Una pequeña lámpara de mesa encendida y, debido a la tenue luz, solo veía sombras. Y entonces:
“Estoy aquí atrás”.
Caminé hacia la cama y el chimpancé agarró mi pierna. Ok, pensé, quizás por esto Michael Jackson no tiene su propio ayudante de vestuario.
“¿Están listas?” preguntó Michael. “No quiero ponérmelas a menos que sepa que están verdaderamente listas”.
“Sí, me enviaron aquí para vestirte”.
“Eso no significa nada. Por favor, vuelve y asegúrate de que están de verdad listas para mí”.
Así que volví afuera, tratando de adaptar mis ojos cegados a la luz de la mañana. Me aseguré de que en efecto estaban listas para él y volví al tráiler para vestir a Michael Jackson.
Mientras volvía de nuevo a la parte de atrás, una cereza me dio en la cara. No podía ver de dónde venía pero escuchaba unas risitas. No le gusto a este chimpancé. Decidí, asumiendo que era Bubbles quien me disparaba. Eso fue cuando otra cereza me golpeó el hombro. Y Michael se partió de risa. Estaba frente a él ahora y me miraba como un niño de doce años lanzándome su mayor desafío. Me lanzó una tercera cereza y se rió ante mi cara de sorpresa. Oh, quiere jugar, pues vamos a jugar. Así que cogí una de las cerezas del suelo y se la arrojé a él. La mandíbula de Michael se abrió, pero entonces sus ojos parpadearon traviesamente mientras levantaba lentamente el cuenco de cerezas sobre su cabeza… y volcaba el resto de las cerezas sobre mí.
Desde entonces nos gustamos el uno al otro. Si no podías pasarlo bien o no querías, entonces Michael no quería tenerte a su alrededor. Él probó mi sentido del humor y pasé la prueba.
A lo largo del rodaje de Capitán EO, hubo composturas que hacer en la ropa de Michael, como suele suceder en el mundo del espectáculo. El traje con el que bailaba era de piel y la línea no era fluida, lo que significaba que no podía estirarlo donde Michael necesitaba para apoyar y mejorar la coreografía. Cada noche, me llevaba la ropa a casa, la reparaba y la volvía a llevar al día siguiente observando cómo la llevaba Michael el resto del día. Hacía su rutina de baile, el traje volvía a romperse y yo me lo llevaba a casa de nuevo para arreglarlo.
En el plató de Capitán Eo, el borde azul de la camiseta estorbaba al traje y Bush tuvo que cortarlo con unas tijeras.
“Michael, estoy pasando tanto tiempo arreglando esto que hice una cosa para la entrepierna que sé que funcionará”.
Pero ese no era mi trabajo en aquel momento y Michael me lo recordó amablemente rechazando mi ofrecimiento hasta que le convencí con una promesa: “Puedo hacerte un par de pantalones que no se romperán nunca”.
Y eso hice. Y un día después del rodaje y bailar con ellos, Michael me preguntó: “Bush, ¿cómo lo sabías?”.
Ajustarse a la función. Así es como lo sabía. Era muy afortunado de poder sentarme en el decorado y ver a Michael actuar. Observaba específicamente cómo se movía su cuerpo y aprendía qué era lo que las ropas necesitaban hacer por él. Para mí, vestir a Michael Jackson empezó haciendo un diagnóstico práctico para determinar por qué él luchaba con su ropa y después cómo construirla para que funcionara de acuerdo al modo en que bailaba. La ropa de Michael tenía que ser secundaria a lo que estaba haciendo. Si no entendía cómo bailaba, no podía construir la ropa para que se adaptara a su función al máximo.
A continuación, vestí a Michael para su cortometraje “Smooth Criminal”. De nuevo, hubo fallos de vestuario. “Bush, necesito que me hagas un par de pantalones que pueda ponerme; que funcionen”. Y así fue. Era una simple cuestión de estar en el lugar y en el momento adecuado. Le hicimos el primer pantalón elástico en los sitios adecuados. Unos Levi’s 501 que cortamos y volvimos a coser, colocando licra en la entrepierna para permitir la fascinante interpretación de street dance inventada por Michael Jackson.
Después de eso, estaba a tiempo completo. Las llamadas desde el estudio se repetían sistemáticamente: “Dentro de una semana, Michael va a estar aquí o allá. Te necesitamos”. Estar en el plató, estudiar sus ensayos y actuaciones, me hizo comprender el cuerpo de Michael y como lo manejaba. Pasé de ayudante de vestuario a diseñador. En 1987, cuando me pidieron que fuera de gira con Michael y supervisara el vestuario de su entonces diseñador, Bill Whitten, pensé que había muerto y subido al cielo. Un chico nacido y criado en Ohio, que nunca había salido del país. Ni siquiera tenía pasaporte. Contarle a Dennis, a mis amigos y familia que iba a Japón para ayudar a Michael en su primera gira en solitario –la gira Bad- me hizo sentir que lo había conseguido. Cuando te trasladas a Hollywood, dejas detrás a mucha gente que está solo esperando a que fracases y vuelvas a casa con el rabo entre las piernas. Yo no. Iba a dar la vuelta al mundo y volver de nuevo.
Normalmente el vestuario se hace antes de que lo vean los artistas. Para mí, es frustrante verles intentando trabajar al mismo tiempo que intentan hacer que sus ropas funcionen. En aquellos primeros días, vi a Michael bloqueado en la concentración, la música y el baile, y yo pensaba: No debería ser así. No es su trabajo preocuparse de la ropa. No debería haberse lidiado con cosas que no funcionaban.
Pero adaptarse a la función no es lo único que aprendimos vistiendo a Michael Jackson. Las prendas tenían que ser únicas. Nuestra educación en diseño y vestuario para Michael empezó por capas. Forma, función. Sí. Pero no olvides “Primero”. Y esto, obviamente, no significaba ser el primero en llevar calcetines sobre los pantalones o brazaletes hechos con clips. La creatividad de Michael trascendía a todo lo que Dennis y yo pensábamos que podía ser percibido en realidad. Creo que Michael lo sentía así. Y a su fantástica y propia manera, nos entrenó para cambiar nuestro modo de pensar, el modo en que mirábamos a nuestro alrededor y nos ayudó a entender lo que significaba realmente llegar hasta el límite. Sabíamos que a Michael no le gustaba cuando mirábamos y no nos dábamos cuenta de lo que veíamos. Michael dejó claro que quería que su ropa incluyera una caprichosa pregunta inocente a sus fans: “¿Estás mirando? ¿Te diste cuenta?”.
Continará…
Más extractos de la primera parte: (1)
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